lunes, 10 de noviembre de 2014

¿Qué tiene de malo jugar con Barbie?

Anda circulando un video de una campaña para una compañía de juguetes que dicen ellos quieren romper con los estereotipos que pone Barbie y sacan a un montón de niñas en brillitos y rosa de las cuales se desprende una en all star y despeinada (dicen, yo no vi el video, solo leí la nota) y con un martillo le pega a la Barbie.

Realmente, no sé qué opinión tener de esa campaña. Primero porque no estoy segura de qué tan maligno sea jugar con Barbie y luego que tampoco sé qué tan beneficioso sea “educar” a base de martillazos, que en sí, es violencia.

Les voy a contar. Yo tengo una mamá fashion, de cabello con tinte implecable, peinada de salón de belleza, uñas largas, falda y tacones, que cuando vamos juntas nos preguntan si somos hermanas y capaz que alguien todavía ha dudado en quién es la mayor. En mi casa para leer había Cosmopolitan y Vanidades, ahí conocí al tal Corin Tellado y a cuanta estrella mexicana hubiera por la época. Peeeero...yo no soy fashion y disto mucho del estereotipo de niña sentada en su sillón rosado esperando al príncipe azul. Yo fui por la vida de shorts, tennis y calcetines, con la cara lavada. De hecho, toda mi infancia fui el estereotipo de lo que la gente llama “nerd” nomás que sin lentes. Ratón de biblioteca pues.

Pero yo jugué con Barbie y me encantaba la muñeca y lo linda que se veía.
Tuve la Barbie gimnasta porque me la regalaron y supongo que era de las más baratas, aunque ahora se ha hecho famosa porque es la de Toy Story

La Pink & Pretty que me la compró mi mamá para mi 11 cumpleaños, con sus faldas traslúcidas rosadas con estrellitas y su abrigo de peluche rosado. 


Al año siguiente vino la Golden Dream Barbie, con todo el atuendo dorado y un cabello rubio dorado lindísimo que me encantaba peinar. 


La última fue la Vaquera, que traía un traje blanco ajustado y sombrero vaquero.


La única diferencia que veo con el estereotipo es que nunca jugué a que Barbie salía con Ken (bueno, nunca me interesó tener a Ken), ni a que iban de compras ni que hablaban entre ellas. Como la niña solitaria que era y hermana mayor de un niño al que me tocaba entretener jugando pelota, carritos, trompo y chibolas mientras mis papás trabajaban, lo que hacía con Barbie era principalmente peinarla y vestirla...quizá porque yo tenía esos colochos enredados que no agarraban puesto y ella era toda cabello lacio y laaaargo.

Pero bueno, en casa también había un libro de carpintería de esos de hágalo ud mismo con madera prensada y entonces con cartón reproduje los muebles de sala, de comedor, la cama, closet y demás, en tamaño muñeca siguiendo los patrones del libro. También había un libro de costura de mi abuela, con vestidos de mil novecientos entonces y a puro patrón aprendí a hacerle ropa a la muñeca, que cosía a mano porque jamás aprendí a usar la máquina, aunque había una en casa. Eso sí, no me pida mangas ni cuellos porque me aburrí en ese capítulo y solo hice pantalones, faldas vueludas y blusas desmangadas.

Nunca pasó por mi mente algo diferente a la línea recta que era la escuela, el bachillerato, una carrera universitaria y trabajar en la profesión en cuestión, tener una casa propia, casarme y los hijos, así en ese orden pensaba yo a mis 12 años, aun con la Barbie a la par. Quizá no hice todo en el orden, porque aun estoy en lo de la casa propia, que fue una desviación, pero hasta antes de ahí todo salió bien.


No sé la verdad qué tanto pueda afectar a las mentecitas de hoy el jugar con una muñeca, lo único que sé es que yo tuve una relación sana y feliz con Barbie y aquí estoy, tan feminista y rebelde como cualquiera de las que odian el rosa, con la diferencia de que puedo llevar ambas cosas sin que se atropellen entre sí.

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